sábado, 30 de enero de 2016

Olvido del cáliz


"Podría dar un grito
pero se espantaría la transubstanciación
hay que guardar silencio
esperar en silencio."
Vicente Huidobro

I

Allí donde todos terminan, tú germinas un veneno nefasto
ahora me olvido de ti sin quererlo
es la vasta decepción la que me hace olvidarte
yo solía fantasear contigo, respirar tu falso deseo
me abrazaba a un estúpido sueño de vivir juntos un caminito
unas florecitas que te encargaste de sembrar en mí
para luego pisotearlas con ambos pies
apagarlas a golpes
qué grande tu ego, mucho más grande que mi infarto
no me brindaste siquiera una oportunidad de avivar mi cambio
ni siquiera un tanque de oxígeno agotado
ni un ápice de aquellas enormidades que disfrutabas prometiéndome
nada más que unos relojes rotos y un reparador que no fui yo.


II

Cuando apareciste por primera vez traías un cáliz avasallador, único
lo regaste en todo mi cuerpo trémulo
como sellando un sobre que contiene una carta
sin destinatario, sin cartero, a punto de volverse ceniza del todo
girábamos en una calesita sólo para dos
acelerabas tu caballo para ir cerquita del mío
mi caballo que flaqueaba
pero mantenía una estrellita en su hocico para besarla siempre que pudiera
en esa estrellita estaba tu rostro, tu barba erizada
tus anteojos negros de pasta para enfocarme a oscuras
tu sonrisa y su infierno irreversible
yo no veía ese infierno, no quería considerarlo
me quemaban las ansias de abrazarte todo, de tenerte todo
me disparabas vida, ganas de continuar
y unas cuantas notas musicales que alguien tecleaba
notas tan robóticas, tan orgánicas
te empeñabas en engatusarme con tus cosas simples
todo envuelto en un celofán brillantísimo
que me atravesaba el cerebro de punta a punta:
demasiado perfecto para ser duradero.


III

Un beso debe ser más incendiario que un revólver
los árboles de mi bosque tomaron otro semblante
al ver que ya no disparabas, se secaron rápidamente
tu infamia aterrizó en la pista donde yacía tu cariño
ese deseo de hipnotizarme dejó de importarte
rompiste la pantalla de mi alma con trompadas
sopapos que nunca vi venir en medio de mi ceguera transitoria
las cuerdas de tu guitarra ahorcaron mi ilusión
ya no eran mis dedos los que la hacían sonar
ahora otros dedos gordos se apropiaban de ti
otros toques te sacaban gemidos más profundos, más sentidos
ahora disfrutabas más unos chistes frívolos, fláccidos
en lugar del sonido de mi silencio
mis silencios abiertos que antes te imantaban
los aviones que me trajeron hasta ti hoy explotan en mi pecho
es sencillo: me querías y ahora tienes a otro como ídolo
no tengo otra salida distinta a rebobinar mi propio pasado
y enfrentarme a una nueva ruleta rusa, ya sin ti
si existe una cura para esto, esa cura es olvidarte sin remedio
por eso hoy desaparezco las lunas y sí, te olvido.
  
Guzmán González

No hay comentarios: