sábado, 30 de enero de 2016

Las calcinadas sonrientes

Detente, Señor
Te ocultan las ramas suavemente
Trueno enmarañado
Balsa que aletea sin océano
Es tu océano en el que me ahogo
Profundamente respiro de a poco tu soplo
Mis manos desvinculadas de un ciclo sellado
Serénate que yo me sereno
Métele tu mano izquierda al aire y deshójalo
Las espinas señaladas por tus ojos no me indican, no me explican
Cuando el suelo temblaba, eran tu ilusión y la mía las calcinadas sonrientes
Y nos mirábamos sordos sobre un cráter cáustico
Arrastrando a las algas que expide tu mirada
Tu mirada de silencios socavados
No hay conflicto sin manipulación
Me afanas unos momentos (eternos) y unos suspiros
Desenfado único y perpetrado en mitad de mi pecho
Las hormigas delgadas van cayendo al lago
Entré a excavar sin ley en tu oído
Y di con el oro
Lo hallé regurgitando canales turbios y seductores
Borbotones de lava gélida
Tus dedos yéndose de tu mano hacia muchas direcciones
Todas las contemplo, en todas me pierdo, todas me han atravesado
La sonrisa que ostentas me ha tronchado como un martillo gigantesco
Los eneldos me observan burlones y susurran: “Espera”
Y yo, con ansia irremediable y los ojos bien abiertos, te espero.

Guzmán González

No hay comentarios: